Día del Rock Nacional

El rock costarricense tiene una historia extensa, repleta de momentos de solidaridad, disidencia y revolución. La punta de lanza de las ideas peligrosas de varias generaciones, el punto de partida de los primeros encuentros de juventud… siempre abriendo espacios, rompiendo reglas, familiarizándonos con lo distinto y tejiendo lazos entre el público una canción a la vez.

Esta creación constante de comunidades inquietas e insatisfechas no es en vano. Más allá de una rebeldía pasajera, el rock costarricense es un actor definitivo en el parto de iniciativas culturales, artísticas y filantrópicas. También la cuna de emprendedores, de gestores, de artistas, de activistas. Las luchas del movimiento rockero soñaron mejores futuros, su imaginación desatada fue una ventana a lo que el mundo podía ser si la gente es libre de ser quien realmente es.

Tampoco ha sido fácil, porque los viejos siempre creen que son los dueños de la cultura -se equivocan- y nunca se les queda bien. El rock costarricense ha sido condenado por tener la piel muy oscura, por ser muy pobre, por ser muy sexual, por ser muy libre. Por no tocar bien sus instrumentos, por ser psicodélico, por no tener un plan. Por ser satánico y estar maquillado. Por ser muy latino. Por ser lúdico. Por ser político. Por estas razones, diferentes generaciones conocieron distintas formas de represión: la condena moral a finales de los 50, el acoso policial de los 70, la persecución religiosa de los 90, o la desaparición sistemática de espacios y apoyo institucional del presente. Ahora los viejos -que fueron rockeros- lloran porque el rock es muy femenino, o muy diverso, o muy electrónico. Lloran porque ya no es suyo… pero esa es la naturaleza misma del movimiento: su mutación, su necesidad de cambio, su libertad.

Saludamos a la comunidad rockera costarricense en su día, con sus más de 65 años de actividad ininterrumpida y su valiente discografía de música original que abarca más de seis décadas. Que siga siendo un generador de cambio y siempre esté un paso adelante que el resto, que rechace los prejuicios y el aburrimiento -lejos del conformismo que llega con la edad-, y que siga siendo la piedra en el zapato de quienes predican el odio o se quedan indiferentes ante la injusticia.

Fo Léon